Algo que no me podía imaginar cuando llegué a Flandes es su tradición de croquetas, o como dicen ellos “Garnaalkroketten”. En cuanto me enteré no tuve más opción que ir a comprarme una. Te cuento la experiencia y por qué deberías probarlas.
Todos conocemos las croquetas españolas, ¿y quién no?. Lo primero que pensarás sobre las belgas es que seguro que no son tan buenas, o eso pensaba yo hasta que probé una.
Obviamente, hay muchos tipos de «kroketten» aquí en Flandes, de hecho, he escuchado que las de la costa están deliciosas, así que tengo pendiente el viaje a Ostende, ya os contaré.
Volviendo a nuestra croqueta, fui a una tienda especializada en congelados y me compré una de sus croquetas, eso sí, me salió por 4,50€, y además, tenía que freírla yo mismo.
Normalmente en España tendría mi freidora, pero al ser Erasmus lo tuve que hacer a la antigua, como mi abuela. Con olla en mano, eché una buena cantidad de aceite, máxima potencia y a esperar.
El solo hecho de echar la croqueta en el aceite y escuchar cómo se iba friendo lo fue todo para mí. Eso sí, un pequeño consejo por si alguien se anima a hacerlas así: hay que estar moviéndolas constantemente o sino se te quemará la base de la croqueta. Además, cuando la eché, estaba a temperatura ambiente así que se hizo enseguida, mucho ojo.
Para ser mi primera croqueta flamenca puedo decir que estaba deliciosa, y no porque la haya hecho yo, eh! El interior de esta croqueta, como bien dice su nombre (traduzco para los no flamencos), son croquetas de langostinos. Y no solo eso, tenían unas cuantas especias que te inundaban el paladar, las podéis ver en las fotos.
Continuaré mi trayecto por Flandes degustando más variedades de «kroketten», a ver si hay algún sabor que me pueda sorprender tanto como lo ha hecho esta.
No podéis perder la oportunidad de probarlas!!
Nos vemos en el siguiente artículo.