Y se aproxima ya la Navidad, llega el frío, los árboles de navidad y las luces de colores pero además de eso hay algo mejor y es que ¡¡hoy llega Sinterklaas!! Hace unas semanas atrás ya os hablé de esta tradición perteneciente (sobre todo) al norte de Bélgica y Holanda. La Fiesta de Sinterklaas, o como ya os dije, San Nicolás se celebra entre la noche del 5 al 6 de diciembre. La tradición manda que el santo desembarque el primer sábado después de la celebración de San Martín (11 de noviembre). Este año llegó el pasado día 16 al puerto de Amberes.
Sinterklaas se trata del reflejo de Santa Claus, según se cuenta fue creado por los neerlandeses que emigraron al otro lado del Atlántico, pero a diferencia de éste, no viaja en trineo ni viene de Laponia. Sinterklaas viene de España, concretamente desde Alicante (otros dicen que desde Valencia), y lo hace en un barco a vapor, una vez que desembarca monta en un caballo blanco llamado Amerigo.
¿Por qué de España?
Como en todos los mitos, hay varias versiones. En primer lugar, se dice que se basa en la figura de San Nicolás de Bari, un obispo del siglo IV. Lleva símbolos episcopales como la capa roja, una mitra o un cayado dorado, aunque también contiene elementos de origen pagano como que viene montado a caballo como el dios Odín. Éste obispo, Bari, pertenecía al Reino de Nápoles, entonces territorio perteneciente al Reino de Aragón, es decir, la Corona española. Luego más tarde, tras la rebelión de estas colonias contra la Corona española, se intentó eliminar esta fiesta pero no se consiguió porque ya era demasiado popular. Es por eso por lo que luego se le amenaza a los niños que se portan mal con que Sinterklaas se los llevará a España o que va a venir el Duque de Alba (pobres niños, eso sí que da miedo y no el hombre del saco).
¡Y trae regalos!
Pues sí, Sinterklaas no viene solo, sino acompañado de Zwarte Pieten (Pedro el Negro) que porta un saco con los regalos y después desciende por las chimeneas de las casas para dejar los regalos en los zapatos de los niños. Vamos, que le hace el trabajo sucio a Sinterklaas.
Debido a su color de piel y vestimenta, este hecho ha sido tema de gran debate. Incluso la Onu analizó el presunto racismo de los pajes de San Nicolás, ya que recuerda a los esclavos de la época colonialista.
Más allá de los debates moralistas, se trata de una tradición muy arraigada a todos los niños quienes dejan sus zapatos junto a zanahorias (para el caballo) y una pequeña carta.
Después, el pequeño Pedro baja por la chimenea y coloca los regalos. Además de juguetes los niños reciben frutas, concretamente mandarinas o naranjas (se las traerán de la tierra, claro), chocolates (son muy típicas las letras de chocolate que se regalan con tu inicial) y unas galletas llamadas speculoos.
Yo, como he sido una niña buena, ya he preparado mis zapatos para esta noche. Aunque aviso, Sinterklaas, no tengo chimenea, tú verás cómo te las apañas.