¡Por fin llegó el día! Es curioso que hayamos tardado tanto en ir a una de las ciudades más bonitas de, no solo Bélgica, sino que de todo Europa, pero este fin de semana, ¡Hemos ido a Brujas!
Un poco de información
Como bien sabréis, Brujas se encuentra en el extremo noreste de Bélgica, a unos 20km de la costa. A pesar de esta distancia, gracias a un canal natural creado después de una gran tormenta en 1134, Brujas consiguió crecer enormemente a través del trueque de la lana. Hoy en día, es una ciudad habitada por 117 000 personas, pero visitada por millones (exactamente alrededor de 3) de personas todo el año. Su mayor atractivo es el casco histórico, lleno de edificios clásicos y decorados de una manera que dejan a cualquiera con la boca abierta.
Nuestro viaje
Comenzó bien prontito en la estación de tren de Hasselt, exactamente en el anden número 8. Digo bien prontito porque el viaje es más de 2 horas y media y si queríamos disfrutar al máximo de La Venecia del Norte había que madrugar. Después de llegar a nuestro destino y atravesar las puertas de la enorme estación de trenes (a la altura de la cantidad de turistas que deben de llegar a diario), nos adentramos en la calle que nos llevaría hasta el centro.
En todo el paseo nos acompañaron casas perfectamente adornadas, con todo tipo de detalles, hermosos puentes y calles de piedra, al estilo clásico. Por desgracia para nosotros, llegamos en la época en la que una de las calles principales estaba en obras y no pudimos admirarla del todo. Aún así, la Plaza Gran Mercado, la Basílica de la Santa Sangre de Brujas o el “Lake of Love” nos dejaron pasmados.
Por la distancia hasta casa, decidimos alquilar un Airbnb, que por la situación en la que nos encontramos han bajado notablemente el costo de la noche. Nuestro apartamento en concreto, fueron alrededor de 100€ la noche repartidos entre los 4 huéspedes que nos hospedamos.
Un fin de semana diferente, en la siempre mágica ciudad de Brujas.
Un saludo.
Iñaki Balier.🤟