Creo que el Gran Beguinaje de Lovaina es uno de los lugares más inspiradores de la ciudad. La primera vez que visité este lugar fue por la noche. Y el sentimiento que experimenté fue maravilloso. Una extraña sensación de transportarte en el tiempo y en el espacio a una época pasada, remota, nostálgica, diferente. Esas casas de ladrillo, las calles empedradas, los puentes que cruzan el río, las luces de las antiguas farolas… Y esa acogedora tranquilidad que permite la evasión de la asfixiante rutina de la vida de ciudad.
Sí, es un sitio especial, de eso no hay ninguna duda. Este lugar fue fundado en el siglo XIII y su importancia y actividad floreció durante el siglo XVII. Allí vivían beguinas, que no son monjas sino mujeres religiosas que vivían en comunidad para ayudar a los más pobres y desfavorecidos. Era por ello común que vivieran cerca de hospitales e iglesias.
En la actualidad, en este lugar hay casas para estudiantes y profesores universitarios, fruto de la gran relevancia de la actividad universitaria en esta ciudad. El Gran Beguinaje fue declarado en 1998 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, de forma más que merecida. Me atrevo a decir que es el más o de los más bellos beaterios que se pueden visitar en Europa.
Y con motivo de la época navideña en la que nos encontramos, el Ayuntamiento de la ciudad organizó un bonito evento, en el que el beguinaje se llenó de velas en la noche de diciembre, generando una atmósfera especial y engrandeciendo la especial esencia de este lugar. La gente paseaba tranquila disfrutando de estas bellas estampas, algunos acompañados de un vaso de vino caliente, tan típico en esta época del año. Lovaina es siempre mágica y, por tanto, es también un lugar ideal para visitar en Navidad.