Si hay algo que me sorprendió al llegar a Bélgica, es la cantidad de personas que usan la bicicleta como vehículo de transporte. En este país no importa que esté diluviando o que el suelo se haya quedado congelado tras una nevada, aquí todos los días son perfectos para ir en bici. En el post de hoy vengo a contaros algunos consejos que debéis leer ¡si no queréis caeros!
Días de lluvia
En Bélgica nadie usa paraguas, aunque chispeando, lloviendo o cayendo la mayor tormenta que hayas visto en tu vida. El agua está considerada un inconveniente pero mojarse bajo la lluvia forma parte de la vida diaria.
Durante esos días, en los que por supuesto nadie se excusa para dejar la bicicleta encerrada, te recomiendo ponerte un gorro que impida que el agua caiga directamente en tus ojos y por supuesto. Y también llevar las luces encendidas ¡aquí hay policías siempre controlando el tráfico y no sería extraño que te multaran si llevas una luz fundida o apagada!
Días de nieve
Parece que la nieve si asusta a los ciclistas belgas y en esas épocas el movimiento de bicis en la ciudad se reduce. Cuando el suelo esté tierno y blanco te recomiendo que pedalees despacio, busques las zonas que estén más despejadas de nieve y evites las franjas en las que el suelo se haya quedado congelado. Pero lo más importante: ¡no frenes en seco! Por experiencia propia, si haces eso: volcarás.
Raíles por todas partes
Por último, no puedo cerrar este post sin hablaros de los raíles. Gante está llena de tranvías y estos vehículos van por unos raíles que se ajustan perfectamente al grosor de las ruedas de las bicicletas. Nunca, nunca, pedalees sobre un raíl y cuando cojas una curva ten mucho cuidado de no sobrepasar un raíl de manera paralela porque entonces tu rueda se quedará bloqueada y al intentar girar el manillar, de nuevo por experiencia propia, volverás a volcar.
Dicho esto, Erasmus, espero no haberos quitado las ganas de alquilaros o compraros una bicicleta de segunda mano cuando lleguéis, Gante es la ciudad perfecta para pedalear.
Teresa Jiménez