La primera vez que llegué a Bruselas lo hice lleno de prejuicios… Tenía tan solo 19 años y no había visto mucho mundo. Recuerdo perfectamente lo que me llevo a Bruselas, el precio ridículo del billete de avión. No era casualidad, era justo después de los atentados yihadistas que había sufrido el país.
Al llegar a la Gare du Midi desde el aeropuerto, pensando que estaba en el centro de la ciudad, empecé a andar por la avenida Stalingrado. Esta zona de la ciudad esta densamente poblada por belgas de origen árabe, así que en aquel contexto y teniendo en cuenta que tenia muchos prejuicios, me sentí en peligro sin estarlo. Todo cambió cuando entre en el Café Arena para desayunar un poco. Nos atendió un chico muy simpático que hablaba español y supongo que al vernos un poco asustados, empezó a interactuar con nosotros. Esa conversación cambió completamente la perspectiva en la que estaba mirando el barrio y la ciudad.
Bruselas es una capital del mundo y la multiculturalidad es un factor que va unido a esa etiqueta. Bruselas no esta habitada por belgas, ni por españoles, ni por indios, ni por flamencos, ni por valones, está habitada por ciudadanos del mundo que han decidido que la capital de Bélgica es el mejor lugar para desarrollar su carrera profesional, reivindicar sus derechos o para refugiarse de las guerras que arrasan nuestro mundo. Bruselas es la capital de Europa, donde conviven personas de origen diverso en paz y armonía. Un ejemplo de convivencia para todos.